Osvaldo, que está llegando a los 70 años, se dedicó toda la vida a la producción rural en un campo de la zona que heredó de la familia de su padre. Allí crecieron sus hijos. Algunos todavía viven con él y lo ayudan con la crianza de animales.
Pero en este contexto de aislamiento social, preventivo y obligatorio se encontró con una imposibilidad para transitar. Es que a su antigua Ford 100, modelo 78, que le permite unir los 30 kilómetros que separan el puesto del pueblo se le venció el seguro obligatorio. A ese problema, se le sumaron los controles rigurosos de tránsito, en sintonía con lo dispuesto por los gobiernos para restringir la circulación del Covid-19.
El criancero, como muchos otros, hace años que sabe que la Casa de Justicia colabora y orienta para encontrar soluciones. Entonces se contactó y mediante gestiones de los operadores judiciales pudo tener sus papeles al día y así continuar con su actividad económica, esencial para él y los suyos.
El caso de Osvaldo es representativo la realidad de muchas familias que se dedican a la producción en los campos de la zona y que residen en el paraje Lipetren, otros en Atraico, en Clemente Onelli o en cercanías de la laguna Carrilaufquen chica. Algunos están agrupados en la Cooperativa Ganadera Indígena ya que la mayoría son pequeños productores descendientes de pueblos originarios. Las comunidades son alrededor de 50, sólo en esta zona.
Osvaldo, en realidad, es el nombre ficticio elegido para reservar la identidad del verdadero protagonista de esta historia.
Como tantos otros, recorre al menos dos veces por semana los caminos vecinales que le permiten ir desde el pueblo hasta el pequeño puesto donde cría sus animales. Parte de su familia se encuentra en Jacobacci. Antes de la cuarentena los más chicos asistían a una de las cuatro escuelas primarias que hay en el pueblo. Y por esa razón el grupo se mueve alternadamente entre el barrio donde tienen la casa y el puesto. Necesitan abastecerse de víveres, algunas veces medicamentos y forraje para los animales.
La Casa de Justicia de Jacobacci, desde su fundación en 2009, contiene algunas de las necesidades de los pobladores rurales de la zona. Y en este contexto de pandemia esa tarea se intensificó. La no presencia en la oficina no obstaculizó el contacto.. “Con el resto de la población aprovechamos las redes sociales, los correos y el whatsapp. Pero con los puesteros de la zona contactamos por otros medios más tradicionales ya que algunos ni siquiera tienen teléfono”, explicaron desde la coordinación.
Jacobacci tiene una central de radiofrecuencia y los productores se comunican por ese medio, casi siempre, para solicitar ayuda o informar algo de relevancia. Y la Casa de Justicia es parte de esa red. La institución del Poder Judicial es referencia de muchos hombres y mujeres de campo desde antes de la pandemia y en consecuencia los pobladores se las ingenian para ubicar a Javier o a Agripina.
En este contexto, desde mediados de marzo se están realizando gestiones ante los distintos organismos para que los pobladores tengan en regla toda la documentación al momento de circular. Forma parte de los cuidados necesarios. Entre las medidas, las autoridades cerraron transitoriamente los caminos vecinales más habituales.
Trámites para la obtención o renovación del seguro obligatorio y del carnet de conducir fueron las gestiones más habituales que se realizaron desde la Casa de Justicia en este último tiempo, al igual que la obtención de los permisos para circular y llegar hasta los campos.
*Foto ilustrativa de Javier La Guara, Casa de Justicia de Jacobacci